Como representante de la colectividad vasca de Villa María, y junto a otros jóvenes de distintos centros vascos de Argentina, la socia Jesica Martínez de Alegría participó del Gaztemundu 2018, programa cultural que tuvo lugar en Euskal Herria del 1 al 17 de septiembre pasado. En esta mini entrevista, nos cuenta respecto a su inolvidable experiencia:

Jesica, Contanos sobre tu viaje a Euskal Herria con motivo del Gaztemundu

“El programa consistió en 15 días de actividades, casi siempre relacionadas con la danza, que era la temática de este año. Estuvimos parando 15 días en el Albergue de la Catedral de Vitoria-Gasteiz, la capital de Euskadi. Por la mañana teníamos cinco horas de formación, tanto teórica como práctica: cada día veíamos un baile de una determinada región, y por la tarde íbamos a conocer localidades de esa área en particular”.

¿Qué lugares conociste?

“Estuvimos en Donosti-San Sebastián, Bilbao-Bilbo, Pamplona-Iruñea, Biarritz, Gernika, Ondarribia, Astigarraga, Basauri, Markina, Gaztelugatxe, Pasaia y Bermeo, por ejemplo. En cada lugar había una persona que nos llevaba a conocer los lugares más importantes, y después cenábamos o bien en esos lugares o bien en Vitoria. Fue lindísimo”.

¿Quedaste conforme con lo que aprendiste allá?

Totalmente. Los profesores son unos genios, nos enseñaron muchísimo. Nos dieron mucho material, tanto teórico como auditivo, de música de distintas regiones de Euskal Herria. Todo eso lo llevo para el Centro Vasco, para compartirlo con todos los socios y que así podamos aprender más.

Hablanos ahora de cómo fue la experiencia de bailar en los actos centrales del Día de la Diáspora en Vitoria.

Fue increíble. Bailamos el aurresku. Fue justo cuando entramos a hacer ese baile que me di cuenta al 100 por cien de que estaba en Euskadi. Ahí me cayó la ficha, como se dice. Fue tan pero tan emocionante que bailé llorando de la emoción durante casi todo el número.

¿Te gustaría agregar algo más?

Sí, que estoy muy agradecida a toda la familia del Centro Vasco que me dio su apoyo para que yo pueda realizar este viaje. Fue un sueño cumplido. Es como dice esa frase, que hay que soñarlo tanto tanto que la vida no tenga más remedio que dartelo, y así fue. Fueron años esperando para poder hacerlo, y estar en Euskadi no tiene precio. Fue una experiencia muy emotiva, lloré mucho, pero de felicidad, al no poder creer que estaba ahí, donde nacieron mis antepasados, en un lugar del que una ha aprendido mucho desde chica. Feliz de la vida.